El porteo, afortunadamente, es cada vez más común. No es tan raro como antes cruzarte con una familia que portea o ver portabebés ergonómicos en las grandes superficies. Pero esto también tiene su parte negativa, y es que no todo el mundo sabe usar correctamente el portabebé que tiene (bien porque no ha tenido asesoramiento, bien porque no han sabido asesorarle correctamente o bien porque directamente les han asesorado mal).
Un portabebé no es en sí mismo un dispositivo de seguridad. El portabebé, como cualquier otro producto de puericultura, puede resultar peligroso si hay un mal uso. Tan peligroso, que los bebés pueden incluso morir. De hecho, hay bebés que han muerto por un uso inadecuado de un portabebé. En 2010, la Comisión para la Seguridad de los Productos de Consumo de los Estados Unidos (encargado de advertir y proteger del riesgo de lesiones o muerte relacionado con el uso de productos de consumo) puso una alerta y publicó unas recomendaciones del uso correcto de los portabebés, debido a la muerte de 14 bebés por asfixia, de los cuales 12 tenían menos de 4 meses (estas muertes han ocurrido en un periodo de tiempo de 20 años, en Canadá se han registrado dos muertes desde 1995). Tenéis la versión en castellano de dichas recomendaciones en este enlace.
Nos ha llegado la reciente noticia de la muerte de un bebé, aquí en España, por el uso inadecuado del portabebé. No quiero ahondar en ese caso en concreto, no puedo imaginar el dolor de esa madre. Pero sí quiero dar una guía sobre el uso seguro de los portabebés, con la esperanza de que llegue a la máxima cantidad de gente posible. Empezamos conociendo la postura fisiológica en la que ha de ir el bebé y, teniendo en cuenta esto, qué tener en cuenta a la hora de elegir portabebé.
La postura correcta.
La primera norma de seguridad es, sea cual sea el portabebé que utilices, coloca al bebé en la posición fisiológica.
A esta postura la conocemos, al menos aquí en España, como postura «ranita»: la espalda del bebé se redondea hacia delante, adquiriendo una forma de C, que protege el desarrollo de su columna. Las rodillas del bebé se mantienen por encima del nivel de su culo, de manera que dibujan una M. Y ambas piernas mantienen entre ellas un ángulo de 90º (aproximadamente). Esta postura garantiza el correcto desarrollo de la cadera del bebé. Además, como el cuerpo funciona como un mecano, cuando las piernas-caderas mantienen esta posición, la espalda (si está el bebé relajado) se redondea hacia delante (probad a poneros en cuclillas y relajar la espalda). Es, por otro lado, la postura que un bebé recién nacido adopta por sí mismo.
Además, con esta postura se activa el bloqueo cervical, que protege el cuello del bebé de posturas demasiado forzadas (de nuevo os invito a probarlo: ponéos de pie y echad la cabeza todo lo que podáis hacia atrás, ahora, probad de nuevo en cuclillas).
Cuando llevamos al bebé tumbado, obviamente la apertura de las piernas ya no puede ser de 45º, sino que irán pegadas. Las rodillas tampoco pueden ir más altas que el culo. Por esto, las posturas tumbadas son inadecuadas para niños con «click» de cadera o cualquier otro problema de cadera. Por otro lado, los bebés muy regurgitadores o con reflujo preferirán la posición vertical ya que previene o disminuye los episodios de reflujo y regurgitación. Y, por último, hay bebés que, simplemente, no quieren ir en postura tumbada, no pasa nada, un bebé recién nacido puede ir perfectamente en postura vertical.
En la imagen (puedes ampliar las imágenes clickando sobre ellas) vemos la postura:
- La espalda va redondeada, manteniendo la curvatura incluso hasta las cervicales. Pero el bebé no va colgando ni flojo, la tela está suficientemente tensa como para darle soporte a cada zona de la espalda individualmente, de modo que toda la espalda del bebé va relajada y sin sostener peso. Así, se respeta la curvatura natural de la espalda del bebé recién nacido (o del que es más grandecito cuando se relaja y-o duerme). Si hay zonas con insuficiente tensión o arrugas, el bebé puede «volcarse» hacia un lado o redondearse en exceso.
- Las rodillas van más elevadas que el culo del bebé (en un ángulo de flexión de 100º), aproximadamente al nivel del ombligo del bebé. Además, se abren rodeando al portador, formando un ángulo aproximado de 90º entre ellas (45º abducción).
- La cadera del bebé va basculada hacia delante, de modo que es el periné del bebé lo que apoya sobre el cuerpo del portador y no el pubis. Esta correcta posición de la cadera es lo que permite que la espalda se redondee y que las piernas puedan cerrarse haciendo un ángulo de 90º grados entre ellas. Si lo que apoya es el pubis, la espalda se endereza y las piernas se abren bastante más, hasta el punto de poder llegar a los 180º, totalmente abierto, si el portador es muy ancho y plano (por ejemplo, a la espalda de un papá de talla XL).
- La cabeza del bebé va apoyada sobre el cuerpo del portador, y firme pero suavemente sujeta por la tela del portabebé, de modo que la cabeza del bebé no puede descolocarse por un movimiento del portador. Tampoco puede bajarse de modo que toque la barbilla con el pecho, ya que la tensión de la tela y el cuerpo del portador se lo impide.
Y esto, que la barbilla del bebé no toque con su pecho, es sumamente importante para evitar la asfixia del bebé. Las vías respiratorias de los bebés son muy «blanditas» debido a la inmadurez de su organismo. Además, se encuentran situadas muy superficialmente, de modo que, si la barbilla del bebé toca su pecho, es muy posible que las vías respiratorias queden bloqueadas o comprometidas. Además, por la debilidad muscular del bebé (recordemos que un bebé no alcanza el control cefálico hasta los 2-4 meses) no puede cambiar esa postura, por lo que no es capaz, por sí mismo, de liberarse. Por otro lado, debido a que su capacidad pulmonar es reducida (acorde a su tamaño), un bebé pequeño puede sofocarse en 2-4 minutos. Así, pierde la consciencia por lo que no puede llorar ni hacer ruidos o movimientos que alerten a los padres- cuidadores. También hay que evitar que la nariz y boca del bebé vayan tapadas por la tela o contra el cuerpo del portador, ya que el aire puede no circular con la fluidez necesaria, provocando igualmente el sofocamiento del bebé.
Así, pues, hay que evitar:
- Llevar al bebé en una postura muy cerrada, que lleve a la barbilla a apoyarse contra su propio pecho. La postura ha de ser en C, redondeada, pero firmemente sostenida por el portabebé correctamente tensado y la cadera correctamente colocada.
- Tapar la nariz y boca con el portabebé o apoyarlos contra el cuerpo del portador.
Lo más importante es que los padres puedan revisar constantemente la posición del bebé para comprobar que la barbilla no apoya contra el pecho y que las vías respiratorias están libres. Para ello, la tela del portabebé no ha de tapar completamente la cabeza del bebé. Si volvemos a la imagen superior, el bebé está apoyando la frente, y lleva la cabeza ligeramente ladeada, por lo que entre su nariz-boca y el cuerpo del portador hay espacio. La tela está suficientemente alta como para sostener la cabeza, pero no tan alta que la cubra por completo. Así es posible ver la cara del bebé todo el tiempo.
Elección del portabebé
A la hora de elegir un portabebé, tenemos que tener en cuenta:
- Que permita redondear la espalda del bebé correctamente, hacia delante, y dándole el soporte adecuado para que la espalda del bebé no aguante su propio peso. Para ello, la parte del portabebé donde apoya la espalda del bebé ha de ser flexible, para que pueda adoptar esta forma. También ha de poderse tensar adecuadamente, adaptándose al contorno del bebé en todo el recorrido de la espalda.
- Ha de promover que las piernas vayan bien colocadas, rodillas más altas que el culo y haciendo un ángulo de 90º entre ellas. No sólo por el correcto desarrollo de la cadera, sino porque la postura correcta en las piernas-cadera hacen que la espalda también mantenga la postura adecuada. Para ello, el panel o tela ha de llegar de rodilla a rodilla, dando apoyo a todo el muslo del peque, de modo que vaya sentado y todo su peso bien repartido, sin colgar la pierna y generar puntos de presión.
- Ha de tener un buen apoyo para la cabeza cuando es necesario (bebé recién nacido o bebé dormido). Que sostenga con firmeza y suavidad la cabeza del bebé contra el cuerpo del adulto. Y que, cuando esté subido, no tape completamente la cabeza del bebé, dejando espacio bien por arriba bien por los laterales para que el aire circule y para que el portador pueda comprobar el estado del bebé siempre que lo necesite.
- Ha de tener instrucciones accesibles. No todas las marcas llevan unas buenas instrucciones, pero sí que es verdad que, en el caso de los portabebés más habituales, es sencillo hoy en día encontrar vídeos por internet, instrucciones que se venden sueltas o instructoras que te enseñen. Asegúrate de que tienes una manera de aprender a usarlo correctamente.
No existe el portabebés ideal, ya que el ideal es aquel con el que el portador se siente seguro. Por eso, nuestra recomendación es probar antes de comprar. Bien en una tienda, bien en una quedada de Red Canguro, bien mediante alguna asesora de porteo que haya en tu zona (pregúntanos por nuestra red de agentes de Oh! la luna). Nosotras impartimos una charla dos veces al mes, «Portear bien», donde explicamos cómo y por qué portear correctamente, y enseñamos los diferentes tipos de portabebés, esa es una manera muy práctica de elegir portabebé, viéndolos todos. Si no te resulta posible o no hay nadie cerca, una vez te llegue el portabebé, pruébalo a fondo antes de lavarlo por primera vez, y no dudes en cambiarlo por otro si crees que no te vas a apañar con él.
Seguiremos viendo aspectos del porteo seguro en próximas entradas.
Excelente artículo, muy útil, lo recomendaré en mis redes.