Este miércoles pasado, por la noche, cuando volvía a casa, me caí. Estaba chispeando y me resbalé, pisé mal con el pie izquierdo, perdí el equilibrio y caí sobre la rodilla derecha, en postura de «pedir la mano». Todo mi peso, y el de Lu que iba en mi espalda, sobre la rodilla.  Me levanté como pude, me dolía muchísimo y no había por allí cerca para ayudarme, más que Marcos, que me dio unos besazos mágicos. Y cojeando y renqueando llegué a casa.

Bueno, que me enrollo. Me hice herida abierta, hematoma y me ha estado doliendo mucho la pierna al andar, especialmente la rodilla, pero también la cadera. Vaya,  un primor. Menos mal que tengo arcilla, y así me he curado la rodilla, con su emplaste correspondiente.

Pero no quería contaros mis penas, sino que, a raíz de haberme caído, he estado pensando en que si Lu hubiera ido delante en vez de detrás, igual sí que se habría podido hacer daño en vez de salir totalmente ileso como ha ocurrido. Y quizás yo también habría salido peor parada.

Ante todo, quiero aclarar que el riesgo para el bebé ante una caída del portador es mínimo, pero existe. Igual que existen miles de riesgos en la vida diaria, pero no por ello dejamos de salir. En cualquier caso, si te vas a caer con el bebé en brazos, mejor que esté sujeto por un portabebés, porque de esta manera, al tener tú las manos libres, podrás amortiguar la caída o agarrarte a algo.

Y por otro lado, a mí me parece siempre más seguro llevar a mi bebé bien pegadito a mí, me parece más «controlable». Por ejemplo, si tengo que bajar unas escaleras mecánicas, si tengo que entrar o salir del metro abarrotado, si tengo que cruzar la carretera… son situaciones que me parecen mucho más peligrosas con un cochecito de bebé.

Pero vamos a ello: pensando en hipotéticas caídas, ¿qué hay que tener en cuenta a la hora de portear?

Cuando el bebé es pequeño, llevarle delante o detrás es indiferente. Es verdad que tendemos a pensar que a un bebé pequeño no se le debe llevar a la espalda, pero realmente al bebé le da igual dónde le llevemos siempre que esté cerca de nosotros. Se puede perfectamente, aunque hay que evaluar si es necesario, ya que colocar a la espalda a un recién nacido requiere cierta maña y experiencia. Normalmente, mi recomendación es empezar cuando el bebé ya sostiene perfectamente la cabeza. En cualquier caso, un bebé pequeño abulta poco y pesa poco, así que le podemos llevar delante sin miedo a una caída, ya que su volumen y peso no va a influir.

Bebé grande porteado delanteSin embargo, cuando el bebé va creciendo la cosa cambia. Un bebé tan alto que cuando le llevamos delante su cabeza empieza a ir por encima de nuestra barbilla, es decir, que el espacio que ocupa su cabeza empieza a invadir el espacio que ocupa la nuestra, hay que pasarle a la espalda o, como mínimo, a la cadera. ¿Por qué?

Cuando esto ocurre, aunque nuestro campo visual esté libre aparentemente, no podemos ver lo que pasa a nuestros pies, con lo que hay más riesgo de tropezarnos con algo que no hayamos visto, como una baldosa mal colocada. Además, si nos tropezamos lo normal es que nos caigamos hacia delante. Y como el bebé está delante, su peso haría que fuéramos «más hacia delante» aún, nos arrastra, potencia la caída con su peso, con lo que nos resulta más difícil recuperar el equilibrio siendo el riesgo de caída mayor.

Un niño grande además suele ir despierto la mayor parte del tiempo, por lo que llevaría la cabeza y quizás parte del tronco libre. Al caer hacia delante nosotros, su cabeza puede sufrir un movimiento brusco hacia atrás. No va a pasar nada grave, no vamos a gran velocidad, pero no está de mas tenerlo presente.

Pero cuando portamos a la espalda todos estos riesgos se minimizan. Nuestro cuerpo «pide» cargar peso en la espalda (cuando tienes que llevar una mochila, ¿dónde prefieres llevarla?¿cómo vas más cómoda?). Estamos mejor preparados para movernos con el peso detrás. Además, nuestro campo visual y de acción de las manos y brazos está perfectamente libre, ahí ya tenemos mucho riesgo eliminado.

Y si caemos, tendremos mayores posibilidades de sujetarnos o recuperar el equilibrio si tenemos al bebé detrás, puesto que su peso no nos empuja hacia delante (bueno, una vez que ya estamos cayendo puede que sí, pero no antes) y, como hemos dicho, tenemos la zona de acción de las manos y brazos libre.  Para el bebé también es más seguro, ya que en caso de una caída muy brusca o fuerte, su cabeza va hacia delante, no hacia atrás, lo que es menos perjudicial para su cuello.

Si aún no te atreves a empezar a portear a tu bebé a la espalda, pero ya es suficientemente grande como para que invada tu campo visual, entonces la alternativa es portear a la cadera. A la cadera su peso está descentrado, y puede estorbar a la hora de recuperar un equilibrio perdido, pero por contra, vemos mejor y tenemos al menos un brazo-brazo con completa movilidad.

Sin tensiónEn cualquier caso, llevemos al bebé donde le llevemos, y tenga la edad que tenga, es imprescindible para mantener bien nuestro equilibrio que el portabebé esté bien tensado y mantenga su cuerpo muy pegado al nuestro. Si no es así, es decir, si el bebé no está correctamente sujeto a nuestro cuerpo, al andar, y por supuesto si hay un movimiento brusco, su cuerpo va a poder separarse del nuestro.

Esto hace que el peso que estamos cargando (en propio y el del bebé) no esté fijo en un sitio, sino que según nuestra postura se reparte de diferente manera: si estoy quieta y el bebé se mantiene pegado a mí el peso estará colocado de una determinada manera y por tanto mi centro de gravedad estará en un sitio determinado; y si me estoy moviendo y el bebé puede «rebotar» o «bambolear», o en el caso de un movimiento brusco separarse de mí, el peso que voy cargando va cambiando de ubicación, cambiando también mi centro de gravedad.

Así, mis músculos necesitan estar haciendo constantemente esfuerzo para compensar ese centro de gravedad en movimiento, y eso dificulta mantener el equilibrio, resulta incómodo, y empeora el escenario del que estamos hablando, una caída. Podéis ver en la foto cómo el bebé está separado del cuerpo de su madre (Gracias Sofi por la foto).

Otra cosa que hay que tener en cuenta es no llevar el cuerpo del bebé demasiado alto. Esto solo ocurre cuando porteamos a la espalda con según qué nudos (el canguro, por ejemplo) que permite que subamos mucho al bebé. Nos suele pasar cuando queremos que el bebé pueda mirar por encima de nuestro hombro, pero es un bebé aún pequeño de tamaño y para solventarlo le levantamos mucho.

Altura correctaLo malo de llevarle muy alto es lo que personalmente llamo «el efecto chupachups«, y es que al estar el peso muy alto, nuestro centro de gravedad sube, de manera que se desequilibra nuestro cuerpo. Así que hay que evitar que el peso del bebé quede muy arriba. Lo ideal es que su culo quede ligeramente por encima de nuestro ombligo, pero no mucho más alto.

Si te fijas en esta foto, el bebé lleva la cabeza totalmente por encima del hombro de la mamá, así que podría parecer que, tratándose de un bebé relativamente pequeño, que va muy arriba. Pero esta mamá no es muy alta, y realmente el culo del bebé no va mucho más arriba que el ombligo de ella. Así, pues, hay que tener en cuenta el tamaño del bebé y el del portador (por ello, la referencia del ombligo).

Espero haberte dado algunas pistas más para que te sientas más segura en tu porteo diario. Si tienes dudas, ya sabes dónde estoy.

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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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