Cuando voy por la calle con alguno de mis pequeños a la espalda, es inevitable sentir miradas de escándalo, desaprobación o al menos curiosidad.

Parece ser que el imaginario colectivo identifica el porteo a la espalda con el acto de cargar equipaje o cualquier cosa que nos molesta o estorba por delante.

O que, simplemente, no se imaginan que se puede atender perfectamente a un niño, o bebé, detrás.

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En los tiempos que corren, donde las críticas en la crianza son el pan de cada día, no es de extrañar que aquel juicio milenario de si eres una buena madre, se dispare al vernos cargar a nuestros hijos como un «bulto cualquiera» (juro que llegué a escuchar ésta expresión).

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Ahora bien, ¿es de modernos y padres «hippies»(según el cristal con que se mire) cargar a los niños de esta manera?

O, en todo caso, ¿no  es propio de sociedades atrasadas o ignorantes? ¿No califica de «maltrato infantil»? (sí, esto último también lo escuché).

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Pues bien, podríamos tratar de remontarnos a los orígenes del porteo  como herramienta clave de supervivencia y desarrollo.

Tal vez es que no se ha mirado lo suficiente el concepto del porteo a la espalda en su función dentro las sociedades recolectoras-cazadoras: nómadas. O bien,  «esos lugares» en donde el trabajo y las actividades de las madres como mujeres, y miembros de su sociedad, tenía (tiene) que ser compatible con el cuidado de los bebés.

En este orden de ideas, lo que Sí podría calificar como porteo moderno, es el porteo delante. Que lo primitivo y tradicional era llevar a los niños atrás, como mucho en la cadera, si aún mamaban con frecuencia.

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En la espalda con Ergo

 

Y es que una imagen de porteo «vendida» con alusiones confusas a los marsupiales y a los Cuidados Madre Canguro, donde el bebé yace cálido y hecho «una bola» en el pecho de la madre (o el padre) no es precisamente algo que nos aclare mucho el tema.

Eso influye mucho en que aún no sea muy bien visto el porteo de un bebé que ya camine. Porque no es un frágil bebé que haya que meter en un «vientre externo» para que se termine de desarrollar.

Y allí es cuando suele suceder que nos podemos cerrar un poco a los beneficios de la seguridad y movilidad que proporciona el porteo a la espalda. No lo vemos como «seguro», si no más bien como algo con fines recreativos y de corta duración.

En todo caso, lo cierto es que comprendo que existan muchos prejuicios y temor con la idea de llevar a nuestros bebés y  niños de esta manera. Y es que cargar a nuestros niños sin tener contacto visual con ellos, es extraño. Ni se diga transitar por la calle o sitios con afluencia copiosa de gente.

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Lo sé, cuesta habituarse. Nos sentimos terriblemente inseguros.

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Por eso digo que hay que «entrenarse». Desarrollar cierta comunicación «kinestésica» con nuestro bebé.

Casi siempre, en un sentido general, se suelen dar recomendaciones en el inicio del porteo, enfocadas en los niños y el hecho de que se «acostumbren» a la sensación. No siempre se abordan las inquietudes de los padres y sus propias sensaciones.

Aquí es dónde llama un poco la atención, los estragos del no-contacto en la crianza de los bebés, a  través de los últimos tiempos. La conexión corporal con ellos, suele seguir siendo un territorio desconocido.

Pero, buenas noticias, podemos retomar esa conexión. Que nuestras sensaciones sean guías que nos indiquen cómo está mi peque en mi espalda.

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Tip 1: Poco a poco

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Lo ideal sería comenzar a hacerlo gradualmente, en momentos en los que el niño o bebé no tenga hambre, sueño (aunque puede que relacione pronto el dormir con ser porteado  la espalda) o ninguna necesidad apremiante.

Funciona bastante hacer recorridos cortos dentro de territorios que dominamos. Luego, paseos tranquilos, en sitios donde el peque pueda distraerse y disfrutar de su nuevo y más amplio campo visual.

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Tip 2: Con ayuda si la necesitas

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Es un buen ejercicio, portear delante del espejo e ir «encajando» visualmente la posición de nuestro niño con respecto a nuestro cuerpo. Sentir que de verdad está allí, a salvo.

Las primeras veces en las que se salga, puede ser una buena idea hacerlo acompañada, para cerciorarnos de que todo está bien «allá atrás».

O puede que no. Porque podríamos terminar dependiendo excesivamente de la mirada de un tercero y no desarrollaríamos esa especie de sensor que todas las madres y padres tenemos en nuestro cuerpo y que nos permite saber que nuestro hijo está cómodo y seguro.

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Tip 3: Confía, tú también puedes

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Como Asesora, cuando me encuentro con tantos temores entre los padres que de alguna manera se quieren iniciar en el porteo a la espalda, me suele funcionar de maravilla contar la historia de la reina guerrera india, que luchó contra los ingleses con su hijo atado a la espalda.

También les hablo de las valientes e impresionantes mujeres africanas cuyos bebés atados con un pañuelo, son como una extensión de sí mismas.

Otras veces, les cuento acerca de las madres de algunos sitios del sur de América, que recorren sierras y mercados bulliciosos llevando a sus niños sanos y salvos.

Podría contar miles de ejemplos de porteo ancestral (¿no se nota que me apasiona el tema, verdad? jeje). Tienes, en nuestro Pinterest, un tablero sobre Porteo en la Historia y otro sobro Otras culturas, otras formas de portear, por si te quieres apasionar.

Para concluir, mi palabra clave esta semana es CONFIANZA.

El cuerpo humano es maravilloso.

Llevamos el mejor manual de porteo que existe, dentro de nosotros: nuestro instinto.

Sólo tenemos que atrevernos a sentirlo.

Y además, para nuestros peques, somos el lugar más seguro que existe ¿por qué ponerlo en duda?  ;).

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¿Cuándo empezaste a portear a la espalda?¿Nos cuentas tu experiencia?

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Recuerda que, para empezar a portear a la espalda, puede resultar de ayuda contratar una Asesora de Porteo que te de seguridad e información precisa para que tu «iniciación» sea de la mejor manera posible.

Y si no tienes ninguna cerca, tienes a tu disposición nuestro curso Portea bien a tu bebé.

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Curso para portear

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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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