Hace algún tiempo, a Marcos le empezaron a salir granitos por todo el cuerpo, en algunas zonas (brazos y torso) con más intensidad. En tres visitas, el pediatra me dio tres diagnósticos diferentes (el mismo pediatra). Tres tratamientos diferentes, a cual más agresivo. Como no me querían mandar al especialista, ni yo quería darle a mi hijo unas cremas tan fuertes sin saber exactamente qué tenía, decidí buscar opciones alternativas.

Por un lado, empecé a darle, con lo poco que sé, masajes de Reflexología Podal Infantil. Los correspondientes a los problemas de piel, así, a rasgos generales.

 

 

Cuidados básicos

 

 

 

Yo masajes de Reflexología se los doy casi a diario, con distintos fines: para relajarle antes de dormir, si me imagino la salida de algún diente, si está malito de la tripa, etc. Así que durante unos días me concentré en los problemas de piel.

Por otro, empecé a usar maicena como si fuera talco. No me gusta usar talco porque parece ser que tiene algunos riesgos (sobre todo al ser inhalado). Así que probé con maicena, y genial.

Se la aplico cuando creo que va a sudar mucho: antes de dormir, antes de un viaje en coche (la sillita del coche, al ser entera de plástico, y pese a la funda de toalla, le hace sudar mucho), si vamos al parque a corretear… Eso sí, me la coloco primero en la mano y luego se la aplico, cuidando que no la aspire, ni se le acumule en los pliegues de la piel.

También, mucho rato desnudito en casa.

Mi amiga Mucca, de Red Canguro, me recomendó una línea de ropa, debido a sus propiedades curativas de la lana y la seda. Pero finalmente no la compré, porque gracias a todo esto, y al “Ungüento de Trisuarez”, a día de hoy lo tenemos controlado y casi extinguido.

Tengo la esperanza de que este verano en la playa lo terminaremos de solucionar.

Preparación**

¾ de litro de aceite de oliva virgen (mejor ecológico)

200 gr. de cera de abeja virgen

5 cucharadas de caléndula (la venden seca, tipo infusión)

Se pone el aceite a calentar y, sin que hierva, se añade la cera. Cuando está derretida, se añade la caléndula y se deja cocer todo a fuego lento un par de minutos. Se deja enfriar y reposar toda la noche. Al día siguiente, se vuelve a calentar, hasta que vuelva a derretir, y se vierte en botes de cristal bien limpios, colándolo con un cedazo fino, para que no pase la caléndula (o que pase poco, je, je). Los botes, si son pequeños y de boca ancha, pues mejor.

Una vez fríos, yo guardo los que no voy a usar en la nevera.

Sé que le ha ido bien a gente con todo tipo de problemas de piel: eccemas, dermatitis atópica, sudamina, etc. Yo la uso para casi todo, de hidratante corporal para mí, de crema de labios, cuando mi marido viene con la piel un poco quemada del sol… No se pierde nada por probar, ¿verdad? Y todas las “porquerías” de síntesis que nos podamos ahorrar, pues mejor.

Espero que os sirva. Gracias Trisuarez.

 

**Con estas cantidades sale muchísima crema. Yo hago la tercera parte, y me da para dos botes bastante grandes. Los ingredientes se encuentran con facilidad en un herbolario.

 

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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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