¿Es que acaso se nos dará la vida dos veces? Pues ¿cómo es que me duermo sin ceñirte entre mis brazos?
Otomo Yakamochi
He querido preparar un artículo sobre el colecho, pero me he encontrado con mucha información interesante que quiero procesar e incluir. Así que he decidido dividirlo en varias entregas. En este primer post de la misma os hablaré de mi experiencia cuando colechamos.
Uno de los mejores recuerdos de mi infancia es de las mañanas de los sábados y domingos…
Recuerdo levantarme muy temprano (me imagino que no lo sería tanto) y correr a la cama de mis padres, que me hacían un hueco entre ellos para dormir otro rato todos juntos.
No estoy muy segura, pero creo recordar que a eso de los 12 años, coincidiendo con la llegada a la familia de mi hermana, lo fui dejando (yo ya era “mayor”)
por iniciativa propia. O al menos, no recuerdo que mis padres hicieran nada al respecto.
Hoy en día, los mejores momentos que pasamos son las mañanas de los sábados y domingos… tenemos tiempo de despertarnos cuando el cuerpo nos lo pide (o más bien el cuerpo de Marcos 😛 ).
Y… ¡qué despertares! Llenos de sonrisas y risas, y besos y abrazos… El colecho es de lo mejor del mundo: dormir los tres abrazaditos, sintiéndonos respirar unos a otros, notar cómo nos vamos relajando hasta dormirnos, mmm.
Y qué bien huele nuestro bebé…
Y aunque nuestro bebé ya empieza a ser un niño, que ocupa casi toda la cama, no nos planteamos ni por un momento mandarle a dormir a “su” cuarto. De momento, en “nuestro” cuarto estamos todos bien. Ya nos lo pedirá él cuando esté preparado.
Como os decía, en casa empezamos a dormir juntos pero no revueltos: Marcos en su moisés. Y no nos resultaba nada cómodo, sobre todo a mí.
Nuestros comienzos con la lactancia no fueron muy fáciles, además, como es natural, Marcos mamaba con mucha frecuencia. Así que el ciclo era más o menos el que sigue: se despertaba para mamar, tardábamos un buen rato en que se cogiera bien, mamaba, tardábamos otro rato en que se durmiera lo suficientemente profundo como para dejarle en el moisés sin que se despertara y, al poco de dejarle…volvía a pedir teta.
Conclusión: yo apenas dormía.
Así que un día me encontré con que me andaba quedando dormida por los rincones, sobre todo cuando me sentaba a darle el pecho al peque. Y me preocupé, ya que tenía la posibilidad de quedarme dormida con él en brazos y que se me cayera.
Así que decidí meterle en mi cama, siguiendo unas normas para el colecho seguro. Y he de decir que fue una gran decisión, que nos funcionó perfectamente desde el primer día.
Colocábamos el cojín de lactancia entre el papá y nosotros, si le tocaba mamar del lado en que estaba papi. Y si le tocaba mamar del lado en que estaba el borde de la cama, pues colocábamos el cojín en el borde. Y lo que era una rutina de poco dormir se resumió en cambiar el cojín de lado según cambiábamos de pecho y en el tiempo que tardábamos en que se enganchara al pecho. Luego el resto ya lo hacía Marcos solito, con mamá durmiendo (o casi).
Conforme fue creciendo, se hizo innecesario el cambio de lado, ya que con inclinarme un poco más hacia él llegaba bien al pecho más alejado; así que quitamos el cojín definitivamente y ya siempre duerme entre nosotros.
Hoy por hoy, normalmente no me entero cuando mama, ya que él solito saca el pecho que le apetece, lo guarda, saca el otro, lo guarda también, y así sucesivamente hasta que se duerme, momento en que se vuelve a “su” zona de la cama, vaya, todo el centro que ocupa.
Estamos pensando en poner una barrera a un lado de la cama, y ponerle a dormir en uno de los lados, a ver si así conseguimos que nos deje un poco más de espacio para nosotros, je, je. Aunque luego su padre seguro que protesta por no dormir a su lado. Que sí, que se pega a él y acaba durmiendo en el bordecito de la cama, pero le encanta amanecer con Marcos abrazado a él… y a mí también.
«Cuando duerme una madre junto al niño
duerme el niño dos veces;
cuando duermo soñando en tu cariño mi
eterno ensueño meces»
Miguel de Unamuno
Colecho Seguro: http://asociacionsina.org/2009/05/09/recomendaciones-para-un-colecho-seguro/
En el blog de mi amiga Mimita, una gran recopilación de textos que os permitirá haceros una idea real y seria sobre el colecho, sin prejuicios:
http://mimosytta.wordpress.com/sueno-infantil/
Y en el blog de Trisuarez, un artículo muy completo a modo de resumen sobre el colecho, mientras os animáis a leer toda la información de Mimita: http://lactabia.wordpress.com/colecho/
aaiiiiisss que gustico!!! en la foto que sale con papi me recuerda totalmente a samuel, esa postura repantigao que le falta sitio jejeej
que se me ha olvidado darte la enhorabuena por el blog!!!!pero mujer ¿de ande sacas tiempoOO????
un besorro
de donde se va pudiendo reina! Muchas gracias por la enhorabuena y por la visita 😀
jijijijiji vaya… parece que me estoy leyendo a mi misma, pues mi historia con el inicio del colecho es tan tan similar… hasta el cojin de lactancia!! bss guapis
ya te he leído y sí, historias muy parecidas:D Me imagino que no somos las únicas que hemos llegado al colecho así
Tronchante la viñeta de Quino…
Acabo llamando Mafalda a lo que viene!!!
Si es chico también?? 😛
Enhorabuena por el blog, me encanta!
El colecho es lo mejor de lo mejor, mi niña tiene cuatro mesecillos y uno de las cosas que más me gustan (desde que nació) es ver cómo se despereza al despertarse por la mañana, es para comérsela! y cuando por fin abre los ojos y al verme se echa una sonrisa de oreja a oreja…
ains, eso es para mi la felicidad.
Pues ya verás cuando, además de sonrisas, te de besos y abrazos…
Nosotros también tuvimos un comienzo parecido y terminamos tomando la misma decisión.
Te recomiendo la barrera, porque aunque el peque siga durmiendo en el medio, notaréis que podeis acercaros más al borde de la cama y ganar espacio. Nosotros hemos llegado a tener hasta dos. Además son de las de viaje plegables y cuando vamos a algún sitio, solemos llevarnos una de ellas.
De todos modos, hay veces que no puedo dejar de soñar con una cama «king size», pero a ver dónde la metemos…
Pues sí, la barrera ya está y estamos muy contentos. A Marcos le encanta y le gusta dormir cerca de ella, tocándola, así que hemos ganado mucho espacio, je, je.