Un nuevo programa de Redes, el 130, que nos «da de lleno». Esta vez, dedicado a el aprendizaje de la gestión de emociones. Creo que, poco a poco, vamos entendiendo que saber mucho de física o literatura no sirve de nada sin un conocimiento real acerca de uno mismo y de la sociedad. Porque las emociones son el lenguaje universal que nos permite desenvolvernos en la sociedad donde vivimos.Y, sin embargo, hoy por hoy, «nadie» dedica tiempo y esfuerzo a que las nuevas generaciones salgan de la escuela con un bagaje de conocimientos reales y útiles que les permita llegar a ser adultos sanos, competentes, felices, autónomos y útiles para la sociedad.
Por fin estamos tomando conciencia de que hay vida antes de la muerte. En este programa especial de Redes, exploraremos junto a Eduard Punset algunas de las claves de lo aprendido en los últimos años para encarar el gran desafío de difundir el aprendizaje social y emocional en todos los ámbitos de la sociedad. Y en su sección, Elsa Punset nos hablará sobre cómo las emociones nos atraviesan desde los primeros años de vida y nos definen como personas.
Para ampliar:
En relación a este capítulo de Redes, en marzo de este año, Faros Sant Joan de Déu publicó, en colaboración con la Fundación Eduardo Punset, el cuaderno «¿Cómo educar las emociones?. La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia». El documento consta de una serie de recomendaciones teóricas y prácticas para el fomento de la inteligencia emocional en la familia y en las escuelas, y cuenta con el prólogo de Eduard Punset así como con las aportaciones de varios expertos en la materia como Linda Lantieri, Francisco Mora o Rafael Bisquerra. El cuaderno se puede descargar gratuitamente a través de este enlace.
Esta es la transcripción de la entrevista.
Las emociones en la escuela
La ciencia está corroborando ahora que la gestión de las emociones básicas y universales debería preceder a la enseñanza de valores y, por supuesto, de contenidos académicos. Los niños se juegan con ello su vida de adultos. Richard Davidson es uno de los neuropsicólogos pioneros en este campo, al igual que psicólogo Daniel Goleman, con quienes pudimos hablar de estos temas en el congreso del Mind & Life Institute celebrado en Washington.
Richard Davidson, neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison
Eduard Punset: Creo que nuestros teleespectadores estarán muy agradecidos si les resumimos lo que esperamos de la inteligencia social y emocional aplicada a las escuelas, a los niños, en pocas palabras. ¿Qué significa todo esto?
Richard Davidson:El tipo de habilidades de las que hablamos incluyen habilidades para aprender a dominar las emociones, en concreto la capacidad de controlar las emociones negativas para que, cuando ocurre una adversidad, éstas no persistan más de lo necesario. Las personas (y los niños, concretamente) pueden aprender a disipar estas emociones negativas para volver al estado inicial. Es algo muy, muy importante, porque cuando las emociones perturbadoras se producen en la mente, interfieren con la capacidad de aprender de los niños.
Eduard Punset: ¿Habéis podido evaluar o examinar alguna de estas experiencias educativas, alguna de estas reformas?
Richard Davidson: Hemos trabajado en el laboratorio analizando tipos de intervenciones muy específicas que se pueden diseñar… por ejemplo, para aumentar la cooperación y la compasión, y el altruismo. Y luego hemos estudiado la manera en la que esto cambia el cerebro durante la adolescencia. Y resulta que con solamente dos semanas de entrenamiento…
Eduard Punset: Dos semanas…
Richard Davidson: Dos semanas en las que se practica 30 minutos al día… pues bien, con esto basta para poder detectar cambios que suceden en el cerebro tras solamente dos semanas.
Eduard Punset: ¿Te refieres a asuntos como el altruismo y la compasión, verdad?
Richard Davidson: Sí, sí. Hay cambios específicos en el cerebro que están asociados con los cambios en el altruismo y que se pueden medir conductualmente. Y todo lo que sabemos sobre el cerebro nos indica que cuanto antes se realice la intervención, tanto mejor, porque habrá más probabilidades de que sus consecuencias persistan durante un período de tiempo más largo.
Daniel Goleman psicólogo y periodista, miembro Mind & Life Institute
Eduard Punset: La última vez que nos vimos fue en tu casa en Massachusetts, y fue justo después de aquel éxito increíble que tuviste en todo el mundo, en aquella época fue increíble, con tu libro, La inteligencia emocional. Y una vez asumido por todos nosotros, por nuestra audiencia, que podemos gestionar nuestras propias emociones, que podemos gestionar lo que tenemos dentro de nosotros, nos hablas ahora de la tradición contemplativa, de los budistas como el Dalai Lama, que lo han estado haciendo durante décadas…
Daniel Goleman: Así es…
Eduard Punset: Y tú te preguntas, muy acertadamente: “¿Podemos aprovechar algo de su experiencia de alguna manera?”.
Daniel Goleman: Ahora estamos descubriendo que enseñar habilidades sociales y emocionales a los niños desde que tienen cinco años hasta la universidad es muy eficaz, los vuelve mucho más cívicos, mucho mejores estudiantes. Es un error pensar que la cognición y las emociones son dos cosas totalmente separadas. Es la misma área cerebral. De modo que, ayudar a los niños a gestionar mejor sus emociones significa que pueden aprender mejor. Ahora estamos estudiando los métodos contemplativos que se han venido utilizando durante… ¡siglos! Y en el catolicismo también, por cierto, no sólo en el budismo. Toda gran religión ha utilizado alguna vez algún tipo de práctica contemplativa, de desarrollo de la mente. Nosotros lo estamos estudiando para ver si podemos aprovecharlo y hacer algo por los niños, para ayudarles a concentrase… Hoy en día los niños, y también sus padres, son muy dispersos y necesitan más ayuda con esas habilidades.
Hoy en día, probablemente, haya sólo una docena de currículos escolares que enseñen a los niños mindfulness, que les enseñen a concentrarse mejor, a focalizar, a hacer introspección y a ser más compasivos, a estar más atentos. Y en todos estos casos, se trata de programas piloto. Desde 1995, cuando escribí La inteligencia emocional, ha habido cientos de programas sobre aprendizaje social y emocional y creo que va a ocurrir lo mismo con este campo en la próxima década.
Matthieu Ricard, monje budista y biólogo
Eduard Punset: Los orientales tienen una tradición muy antigua en la meditación, que hoy la ciencia está redescubriendo como un apoyo fundamental en el arte de gestionar las emociones. El monje budista y biólogo Matthieu Ricard nos explicó cómo aprovechar estas herramientas para renovar el sistema educativo.
Matthieu Ricard: ¿Y qué esperamos cuando educamos a los niños? Convertirlos en seres humanos buenos, personas que sean felices en la vida, que no estén deprimidas y se suiciden… ¿acaso basta con desarrollar su inteligencia y llenarles la cabeza de información sin desarrollar ninguna cualidad humana? Queremos personas buenas y equilibradas, ¡pero la educación parece estar interesada en cualquier cosa salvo eso! ¡Por tanto, hay algo que claramente falta!
Eduard Punset: ¿Te puedo pedir un consejo? Sé que uno de los grandes descubrimientos de la contemplación, del budismo, ha sido perfeccionar la atención, la primera fase de conocimiento, por así decirlo, para concentrarse en algo. ¿Cómo puedo mejorar mi proceso de atención?
Matthieu Ricard: Es cierto, porque incluso si uno quiere cultivar el altruismo, con la mente siempre distraída no podrá cultivar nada. La mente se dispersa aquí y allá. Incluso si estamos sentados, nuestra mente puede ser como la de un mono inquieto, un mono inquieto que va de un lado a otro. Las neuronas se ponen a hablar entre sí, ¡a cotillear! Y en realidad necesitamos una mente un poco más calmada, con más claridad y más estabilidad, si no es así, no podremos hacer nada. En caso contrario, es como si tuviéramos un martillo pero nos temblara la mano todo el rato. Por eso es necesario, de alguna manera, utilizar un objeto de concentración para estabilizar la mente. Te puedes concentrar en cualquier cosa, un objeto, una flor, una imagen mental… pero resulta bastante útil concentrarse en la respiración. ¿Por qué? Pues imagina que te dijera que te concentraras en una luz roja centelleante. Podrías quedarte mirándola, pero tu mente seguiría deambulando, mientras que, si te concentras en la respiración, no puedes verla, es muy sutil, y si dejas de concentrarte es como si lo perdieras, así que fácilmente puedes ver si te distraes o no.
Eduard Punset: Ya veo.
Matthieu Ricard: Con la respiración solamente ves la sensación. Cuando respiras por la nariz, tienes una ligera sensación en los orificios nasales, y se trata de quedarse sentado tranquilamente, pensar en respirar por la nariz y luego notar la sensación del aire que sale… y entra… y así, unas 21 veces o unos diez minutos. Hacerlo permite calmar la mente. Muchas personas te dirán: “¡oh, no, no, no! ¡No valgo para eso! Tras 3 minutos, mi mente está completamente distraída”. Es normal. No es culpa de la meditación, es porque la mente no está entrenada y, si no perseveras, nunca aprenderás nada. Así que, en lugar de tener remordimientos o sentirte culpable con ideas como: “¡no valgo para esto!” que al final no dejan de ser más distracción, en cuanto descubras que te has distraído, no pasa nada, tienes que volver a la respiración. Luego, si lo haces durante un rato y lo repites regularmente, verás que la mente se calma, se vuelve más clara, y que puedes utilizar esta mente un poco más flexible para cultivar el altruismo, la compasión o lo que quieras.
Emociones desde el útero materno
Está claro que las escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar definitivamente
el aprendizaje social y emocional en las clases si queremos consolidarnos en una sociedad
avanzada. Pero la gestión de las emociones debe comenzar mucho antes de que los niños
ingresen en el sistema educativo –incluso ya se pone en marcha en el útero materno, como
veremos más adelante–.Las investigaciones del psicólogo Jay Belsky ponen de manifiesto cómo una crianza sin cariño y con una gestión deficiente de las emociones puede desembocar en adultos con vidas más problemáticas.
Jay Belsky, Psicólogo del Bircbeck College de la Universidad de Londres
Eduard Punset: En alguna investigación tuya, demuestras que cuando los padres están ausentes, las chicas tienden a empezar la pubertad, su menstruación, antes que el promedio. ¿Es verdad?
Jay Belsky: El hecho de que las relaciones durante la infancia podrían afectar el desarrollo físico y sexual, el momento de la pubertad en las chicas, ha sido un descubrimiento muy fascinante. Las mujeres tienen un sentido que las lleva a preguntarse: “¿Va a ser precario el futuro? ¿Van a estar ahí los demás y voy a poder confiar? ¿Se puede confiar en los hombres? ¿Van a estar ahí cuando me haga mayor? Pero también como pareja y, todavía más importante, alguien que se vaya a implicar en el cuidado de mis hijos.” La respuesta que reciben a estas preguntas parece que procede de su propia niñez y de la ausencia o presencia del padre.
Eduard Punset: Es increíble
Jay Belsky:Y también de la calidad del padre. Y parece que, cuando el padre no está presente o cuando la calidad de la paternidad no es demasiado buena, lo que las chicas aprenden, tanto consciente como inconscientemente, es: “No puedo contar con él.” Y esto, biológicamente, las lleva a madurar antes. Y te preguntarás: “¿Por qué maduran antes?”. Porque, en cierto modo, les permite salir y ver, ir más allá antes que las demás, ser más promiscuas con sus parejas y tener más niños y ocuparse de ellos peor, cuidarlos peor. Y tú me dirás: “¿Y por qué querrían hacer esto?”. Y la razón es que si no puedes contar con los demás, sobre todo con los hombres, para tener tres, cuatro nietos en el futuro, quizás tengas que tener más hijos.
Eduard Punset: Según los resultados que se desprenden de tus investigaciones, las guarderías no son buenas o no son tan buenas como pensamos que serían para el futuro de los niños. ¿Cómo podrías resumir la situación?
Jay Belsky: Creo que en lo que respecta a las guarderías y a cualquier otro método de cuidado infantil no materno que utilizan las familias a menudo es realmente ambivalente. Cuando el niño empieza a pasar muchas horas en este tipo de ambiente, en sus tres, cuatro o cinco primeros años de vida, durante treinta o cuarenta horas por semana en la guardería, parece que esos niños son más agresivos y desobedientes cuando se hacen mayores. Sin embargo, también sería un error condenar a todas las guarderías o cuidadores infantiles como algo malo, porque no es cierto. Hay muchas pruebas, y hablo ahora de lo bueno, de que unos cuidados infantiles de calidad, que sean dispensados por un personal sensible y atento fomentan el desarrollo cognitivo y lingüístico del niño.
Pero quiero que quede claro, no hay que dramatizar. Nadie está hablando aquí de que muchas horas en manos de cuidadores infantiles vaya a transformar a los niños en asesinos del hacha .
Hace muy pocos años, nadie conocía el vínculo entre las emociones de las mujeres embarazadas y la vida de sus hijos, incluso en la edad adulta. Las investigaciones de la psicobióloga Vivette Glover fueron pioneras en demostrar que la educación emocional comienza en el útero materno.
Vivette Glover, psicobióloga del Imperial College London.
Eduard Punset: Ahora los expertos habéis descubierto, intercambiando información entre vosotros -pediatras, obstetras, psicólogos, neurólogos, psiquiatras-, todos estáis de acuerdo en que los niveles prenatales de ansiedad en la mujer embarazada afectan no sólo la vida del bebé sino también su futuro.
Vivette Glover: Efectivamente. Hoy en día existen muchas pruebas, muchas investigaciones que demuestran que el modo en que el bebé se desarrolla en el útero afecta al niño durante toda la vida. Y la manera en que el bebé se desarrolla en la matriz depende del estado de la madre, de su alimentación y de sus emociones. Ya hace muchos años que sabemos que si la madre bebe demasiado alcohol o fuma, va a afectar al niño; pero ahora nos hemos dado cuenta de que hay otros muchos factores ambientales más sutiles que influyen en el desarrollo uterino del bebé así como en el desarrollo del futuro niño.
Eduard Punset: Según se desprende de uno de los estudios en los que has estado trabajando y que diriges, la ansiedad de la madre podría multiplicar por dos el… ¿nivel de hiperactividad del niño?, ¿lo llamáis así?
Vivette Glover: Exacto.sí es. Nuestro primer estudio lo llevamos a cabo con una amplia población. Empezó en Bristol, donde reunimos a 14.000 mujeres embarazadas y les hicimos un seguimiento. Medimos su ansiedad durante el embarazo y comparamos las consecuencias del 15% de madres más ansiosas para el niño con el resto y vimos que ese 15% de madres más ansiosas duplicaba el riesgo de que el niño manifestara problemas de atención, déficit de atención, trastornos como la hiperactividad. Se duplicaba el riesgo de que el niño fuera más ansioso y de que tuviera problemas conductuales, especialmente entre los chicos. Los trastornos conductuales son un problema porque hacen que sea difícil controlar al niño y también es un factor de riesgo de cara a un posterior comportamiento delictivo.
Eduard Punset: Si tuviéramos que resumirlo para nuestra audiencia en dos palabras, ¿cuál es la principal conclusión de todo esto?
Vivette Glover: En dos palabras no, pero muy brevemente: deberíamos fijarnos en la salud emocional de las mujeres durante el embarazo, no sólo en la salud física. Cuando las mujeres acuden a la maternidad por primera vez, los profesionales deberían preguntarles por su estado emocional, por sus relaciones, por la familia, saber si ésta las apoya o no. Y si descubren que puede haber problemas, deberían encontrar personas que pudieran ayudarlas y no simplemente preguntarles y luego no hacer nada. Así que necesitamos más recursos, profesionales mejor preparados que puedan ayudar a las mujeres allí donde lo necesitan.
Un consejo para la vida
Curiosamente, mientras charlaba con el neurocientífico Lawrence Parsons sobre cómo la
danza afecta nuestro cerebro, recibí uno de los mejores consejos emocionales para el
desempeño profesional y en todos los ámbitos de la vida. Debemos aprender a gestionar las emociones, sin reprimirlas pero también sin dejarnos que nos tomen de rehenes.
Lawrence Parsons, neurocientífico de la Universidad de Sheffield
Eduard Punset: Y, ¿podemos hacer eso emocionalmente? Quiero decir, ¿podemos aprender a entrenar las emociones mentalmente también?
Lawrence Parsons: En el caso de las personas que actúan, ya sean actores, o atletas, o músicos, o bailarines, ellas… para poder realizar su actuación, no pueden ser excesivamente emocionales.
Eduard Punset: ¿No pueden?
Lawrence Parsons: No, no pueden. Si soy músico y estoy tocando un concierto, no puedo estar demasiado implicado en la música emocionalmente, porque tengo que poner los dedos en el lugar correcto y si estoy distraído emocionalmente, mis dedos no… ¡No podré hacerlo! Lo mismo ocurre con un actor. Por ejemplo algún actor brillante. Pongamos, Javier Baram…
Eduard Punset: Bardem, sí.
Lawrence Parsons: Bardem. Por ejemplo, alguien así. Tiene que usar sus emociones de una manera para transmitir todas esas expresiones emocionales…
Eduard Punset: ¿Pero?
Lawrence Parsons: Pero, no está realmente emocionado. Porque si se emociona, se va, está fuera de control. Él tiene que encontrar una manera de falsificar, no exactamente falsificar, sino expresar o simular emociones de una manera razonable para que el público se identifique con lo que está haciendo, pero él contiene sus emociones, las guarda muy adentro.