Carlos, mi pareja, siempre me dice que vivo en un «micromundo». Que sólo me relaciono con personas que crían y educan como creo que debe hacerse (o parecido) y que eso me hace tener una visión sesgada de la realidad.

No le voy a discutir. Es verdad. A veces lo constato. Cuando voy al médico. Cuando viajo en transporte público. Cuando voy a un parque más concurrido de lo habitual.

Pero son ocasiones contadas. Para qué mentirte, estoy muy a gusto en mi micromundo.

Sin embargo, hay «señales» de que mi micromundo igual no es tan micro. Señales de que hay cosas que están cambiado. Y la publicidad es una de esas señales.

Los anuncios son muy chivatos ya que muestran un modelo aspiracional. Es decir, la publicidad intenta asociar su producto a algo que tú quieres: una imagen, un estilo de vida, un status…

En esa línea, me encanta la publicidad de Ikea. Porque nos muestra una manera de ver la familia, la infancia, la educación (en esta última campaña) que sintoniza con lo que creo. Y eso me dice que no soy la única. Que no somos tan pocos los que deseamos «cambiar el mundo» alrededor de la mesa de la cocina.

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La Escuela

Cuando comencé con mi investigación de los coles de mi zona para escolarizar a Marcos, me quedé sorprendida con el enfoque de muchos de ellos: fichas y «deberes» desde el primer día. Niños de tres años llevándose fichas para hacer en las vacaciones de semana santa para que no perdieran el hábito (!!!).

Elegí un cole con otro estilo, con otro enfoque. Recuerdo perfectamente mi infancia, trufada de extraescolares y de horas delante de la mesa (para, hoy por hoy, recordar bien poco de lo que estudié y usar aún menos). Yo no quería, no quiero, eso para mis hijos.

Quiero un aprendizaje basado en su interés. Y que el sistema y las personas que lo forman sean capaces de despertar el interés en aquellas materias «fundamentales».

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Los deberes

También me sorprendió en aquellos días el hecho de que a muchos padres les pareciera normal y deseable que los niños, desde bien pequeños, tengan deberes. Cuantos más, mejor. Afortunadamente, los padres de nuestro cole no suelen estar de acuerdo con esta premisa (ventajas de mi micromundo).

Que no tenga que lidiar con ello no significa que no sea consciente de que existe. Leo a las otras familias contar sus experiencias en las redes sociales. Oigo a los otros niños de mi entorno familiar contar cómo se pasan la tarde delante de los libros. Niños de 8 años con más de 3 horas de deberes ¡¡al día!!

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Los datos

Los niños españoles dedican una media de 6’5 horas semanales a los deberes. Teniendo en cuenta que hay (cada día) más colegios que no los mandan y que estamos hablando de una media, entiendo que hay niños que pasan muuuuuchas horas delante del libro una vez que llegan a casa.

Según la OMS, y según un estudio realizado sobre 11.000 chicos españoles de 11 a 15 años, a los 15 años hasta el 60% de los chicos y el 70% de las chicas se sienten estresados por la carga de deberes. Con 11 años son el 34% de los niños y el 25% de las niñas.

No es solo la OMS la preocupada por los deberes en España, también lo está la CEAPA (Conferederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado), como podemos leer en esta nota.

No tengo muy claro si es que el exceso es tan exagerado que la gente empieza a protestar o es que hay una mayor sensibilidad que hace cinco años acerca de la necesidad de que los niños tengan tiempo de ser niños, la cuestión es que, afortunadamente, la preocupación por el exceso de deberes empieza a verse fuera de mi micromundo.

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La cenología

Y lo sé por esta campaña de Ikea: Cenología.

Ikea nos cuenta cómo el tiempo que nos requieren los deberes se está comiendo el tiempo que deberíamos pasar disfrutando con, y de, nuestros hijos.

Menos deberes y más cenas.

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Cenología de Ikea

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Indudablemente, la cocina es el lugar por excelencia donde pasar tiempo juntos. Bueno, para mí lo es. Preparar los menús, hacer la comida mientras charlamos de cómo ha ido el día, disfrutar de lo preparado juntos…

Desde luego, no hay libro que enseñe lo que se puede enseñar en la cocina: química, física, arte, historia… Pero también, y más importante, civismo, empatía, buenos modales, cooperación. La cocina es, a mi entender, el corazón de la casa. Y los deberes no pueden quitarnos eso.

No debemos permitirlo.

La infancia pasa muy deprisa. Preparar a nuestros hijos llenándoles el cerebro de datos está claro que, hoy por hoy y con la deriva que lleva el mundo, no tiene sentido.

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Menos deberes y más cenas

Así que, bienvenida la campaña de Ikea. Espero que muchas familias, ojalá y cada día más, decidamos mirar hacia nuestros hijos con otros ojos.

Menos «prepararles para el futuro» y más «disfrutar el presente». Menos llenar la cabeza de datos y más llenar la memoria de momentos en familia.

Y si decides aprovechar la sugerencia de Ikea, y empezar por las cenas, tienes un montón de ideas en su web, solo tienes que pinchar 😉

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Este es un post patrocinado. Y para cerrarlo, creo que este vídeo de hace «un par» de años le va que ni pintado:

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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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