Hoy Fernanda nos trae un cuento para reflexionar acerca de nuestra manera de Criar.

A veces, las recomendaciones que recibimos acerca de nuestros peques (y no tan peques) suenan como si ese pequeño y regordete bebé, que te echa las manos, fuera un pequeño enemigo al que hay que neutralizar.

Desde esa premisa, nos escribe Fernanda hoy:

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En una tierra no muy lejana vive un grupo de gente cuyos hijos pequeños nacen radioactivos.

Es una pena.

En el momento de su bienvenida al mundo y protegiéndose con guantes, batas y cubre bocas, los médicos rápidamente los separan de su madre. Los limpian enérgicamente, les aplican ungüentos en los ojos, introducen sondas, aplican inyecciones y se lo muestran a la madre por un brevísimo instante.

Todos los bebés deben pasar entre 2 y 6 horas en cuarentena tras nacer. Ningún tipo de contacto, ninguna voz familiar cariñosa, nada. Y es que los bebés, ¡entre más pequeños más peligrosos!

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¿Son los bebés radiactivos?

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Ya en casa, han de estar en su propia habitación para no contaminar la de los padres, quienes han instalado una especie de cama en donde los bebés duermen solos. En esa habitación también han instalado un monitor con video para poder estar al pendiente de todo cuanto hace el bebé sin necesidad de entrar. Incluso hay quien contrata los servicios de los profesionales para hacerse cargo de las pequeñas amenazas.

En la calle y de paseo, deben ser transportados en artefactos especiales para reducir el riesgo de que sus cuidadores caigan víctimas del mal que les aqueja. Aun cuando llegan a su casa o al restaurante, existen padres muy precavidos que les dejan en aquel artefacto para minimizar el contacto con el bebé radioactivo.

Los expertos del poblado intuyen que la radioactividad congénita de las pobres criaturas las ha dejado incapacitadas para una serie de cosas.

No pueden, por ejemplo, alimentarse a sí mismos. Se les tiene que dar todo muy bien molidito y en la boca con la ayuda indispensable de una cuchara, no sea que se ahoguen. Esto, además, evita que avienten la comida radioactiva por el lugar.

Esos bebés suelen ser difíciles de dominar y los especialistas de la zona aseguran que buscan manipular a los adultos. Consideran que no son capaces de llevar su propio crecimiento y desarrollo, los adultos les deben enseñar a dormir, a gatear e incluso a caminar.

Es más, la mayoría de los bebés radioactivos no han logrado ni nacer por sí mismos.

Durante el día son dejados en una especie de corral pues no tiene caso que explore quien podrá aprender poco o nada. Además es muy peligroso dejar que vayan esparciendo radioactividad por aquí y por allá. No, ¡hay que contenerla!

En aquella tierra pareciera que la humanidad les llega a los hijos ya con más edad… Mientras tanto, no tendrán voz. Deberán crecer para hacerse respetar ya que ahora tan pequeños solo deben seguir la autoridad de sus padres y de los demás adultos. A fin de cuentas, ellos no saben que son radioactivos.

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Cuántas cosas necesitas para criar a tu bebé

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Se ha sabido de madres y padres que desafían las leyes del pueblo con tal de abrazar y besar a sus bebés. Algunos valientes incluso comparten la cama con los bebés.

Dicen por ahí que aquellos padres no han sufrido daño alguno.

Aunque afirman los expertos del lugar que han perdido la cordura: de vez en cuando se les ve a aquellos padres en el parque jugando con sus hijos, viéndoles directamente a los ojos, cargándoles en brazos, incluso hablándoles como si ellos entendieran… ¡Como si los niños radioactivos tuvieran la inteligencia humana desde el nacimiento!

Los valientes con esos disparates que salen fuera de la norma hablan de lo maravilloso que ha sido convertirse en padre o madre. De lo práctico que es ir contra corriente y ahorrarse la cuna, el monitor, el corralito, el cochecito/carreola, los juguetes para mantener al hijo al margen de la interacción con los demás y la fórmula del bebé que jamás compraron.

Y es que ellos comprendieron que el suplicio es tratar a los bebés como si fueran radioactivos. Que lo complicado perdura cuando estos pequeños crecen y en casa viven unos extraños que no conocemos y no comprendemos por falta de interacción; cuando hay hijos semi personas, semi humanos peligrosos de los que hay que protegerse.

No, estos valientes padres se preocupan y se ocupan de sus hijos mas no les temen. Ellos ya están sacando jugo a su familia, disfrutando la aventura sin afán de controlar, abiertos a ser transformados para siempre y dispuestos a contagiarse de aquello que se llama amor incondicional.

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FecundusFernanda está a tu disposición, si necesitas acompañamiento en este camino de disfrutar de tu bebé, en México, desde su proyecto Fecundus.

Es mamá de 4 hijos, que han ilustrado este post maravillosamente, además de Asesora de Porteo De Monitos y Risas, Orientadora familiar y Monitora de fertilidad.

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contacto

Elena López

Asesora,

consultora y

formadora de Porteo

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